Aunque en el mundo las primeras aldabas nos llevan a la Europa medieval, fue España en la Edad Moderna la que multiplicó esta tradición mucho más allá de las iglesias, donde agarrarse a una argolla podía significar petición de asilo. Los forjadores de Toledo fueron conocidos en su época por fraguar esta especie de «timbres» puramente manuales. Aldabas y aldabones componían la primera imagen de una casa, por lo que su forma o diseño denotaba grandeza tras las puertas. La tradición se la llevaron a América los colonos, pero fue allí donde acabó de mezclarse el invento con el exotismo de aquellas tierras, para hacerlos aún más originales. En los portones de las grandes casas coloniales todavía se conserva ese simbolismo, a pesar de que hace mucho tiempo que hemos dejado de llamar a las puertas. Cierto es que Cartagena de Indias posee la mayor y mejor colección de las aldabas forjadas desde antaño.
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